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‘Gobernar el mundo’
junio 12, 2009, 11:30 pm
Filed under: Futbol es pasión

Reyes de Europa

J. Tejedor

Se cierra la puerta del autobús que debe llevar al Barça al Estadio Olímpico de Roma. Los rostros de los futbolistas, hieráticos, semblante serio, son el epicentro del áurela silenciosa de concentración que envuelve a la expedición blaugrana.

El denso silencio que copa la atmósfera se ve de pronto atravesado por los primeros acordes de violín del ya archiconocido ‘Viva la Vida’ de Coldplay. Tímidamente al principio, el ritmo ‘in crescendo’ de la terapia musical de motivación de Guardiola va penetrando en el alma de los jugadores casi como deslizándose. Las venas del cuello rebosan energía, el pecho se hincha en señal de respiración profunda que transmite confianza, serenidad y seguridad para afrontar el lance decisivo. El vello de los brazos de los futbolistas se eriza de repente, sin avisar, con un escalofrío que se entromete en el ambiente y se desliza por la espalda de cada uno de los miembros de la comitiva. Conscientes de la quimera que tienen delante, de la responsabilidad que recae sobre sus hombros, se miran entre ellos. La sintonía es total. La comunión, inmejorable. La simbiosis, irreversible. Están preparados porque han conseguido, en pocos meses, el arma más mortífera que existe en un terreno de juego: son uno.

“I used to rule the world…”. La primera frase de la canción es suficiente. “Solía gobernar el mundo”, recuerda con un susurro nostálgico y esperanzador Chris Martin. Puyol, sin apartar la vista del frente, es consciente de su papel: es el líder, el espíritu, el caràcter de este grupo humano. No puede fallarles. Hoy es el día que más le necesitan, el día en que, con la defensa lastrada por las bajas, deben frenar uno de los ataques más mortales del continente. El capitán se concentra en mantener unido al grupo para hacerlo fuerte. Messi cierra los ojos. Por su retina desfilan todos y cada uno de los eslàloms con que ha embelesado a todo el mundo. Sus genialidades. Sus toques. Sus goles decisivos. La medalla olímpica. La lesión que le apartó de París. El balón de Plata que le supo a poco. Es su día. El día en que debe demostrar que es, ya por fin y sin discusión, el número uno del mundo. Debe rubricarlo ante quien, por error, ostenta el galardón. Confía en sí mismo. Confía en el equipo. Sabe que no está solo, que sus compañeros le buscarán, y que él podrá buscar a cada uno de sus compañeros. Hoy es el día de sentar cátedra e iniciar una nueva era de reinado futbolístico. Está tocado por la gracia divina con que tan sólo unos pocos elegidos han sido dotados alguna vez.

Eto’o baja la cabeza. Él también gobernó el mundo, el mundo del área y del gol, del ser pieza clave, jugador decisivo e imprescindible. Dos lesiones y su bocaza le arrebataron su condición de intocable, y hoy es el día de rematar el férreo trabajo de toda una esforzada temporada y volver a convertirse en indiscutible. Iniesta y Xavi miran al tendido, al horizonte. No lo encuentran, puesto que es como su talento: cuando parece que han llegado al límite, al cénit, descubres que no tiene final. Sin ni si quiera mirarse, seguramente estarán maquinando al unísono cómo sentar a los correosos medios ingleses. Igual que en el terreno, se entienden simplemente con el pensamiento.

Piqué ha aparcado el I-pod y repasa mentalmente todos y cada uno de los mecanismos de la delantera del Manchester. Con Puyol desplazado al lateral y Touré como improvisado compañero, es el turno de Gerard de gobernar con majestuosidad y contundencia la zaga azulgrana. El marfileño parece tranquilo, con expresión indiferente. Como Henry. La presión no va con ellos: la constancia y el trabajo bien hecho durante muchos meses les proporciona la tranquilidad de que nada puede salir mal. La sangre fría va a ser algo fundamental en ambos para estar a la altura. Detrás de ellos, Valdés. Con heavy metal atronándole los oídos, el cancerbero dibuja una sonrisa de sobradismo y autocomplacencia que revelan que no piensa rebajarse ante nadie. Hoy no. Hoy no le van a batir.

Con los acordes de violín retumbando en sus sienes saltaron los once héroes al campo para gobernar el mundo. Y lo hicieron. Valdés estuvo monumental en los dos momentos clave. Eto’o derrochó garra y gol a las primeras de cambio. Se golpeó con fuerza las venas donde le hierve esa sangre caliente que, cuando arde, le convierte en imparable. “Lo llevo en la sangre”, parecía reivindicar un Eto’o insaciable. Puyol cohesionó e implicó al grupo con su despliegue de fuerza, coraje y sacrificio incansable. Piqué mandó y ordenó atrás como un veterano, mientras Fergusson se maldecía los huesos por dejarle marchar. Xavi e Iniesta inventaron, marearon, picardearon, fantasearon y deleitaron a todo amante del buen futbol. Lo suyo es otra historia. Juegan a otro ritmo, a otra velocidad. Escriben poesía con sus botas y un balón.

Y Messi, el más pequeño de todos, se elevó por encima del resto para coronarse como nuevo emperador del fútbol mundial. Con la testa, con la caja mágica donde maquina cada una de las obras de arte con que deleita a los más exigentes gourmets futbolísticos, sentenció con majestuosidad. Tras un remate impecable, de manual, aterrizó lentamente, una nube le posó como en volandas en el césped, con suavidad. Y se besó la bota, plasmando el amor con que realiza cada toque, ofreciendo el mimo que pone en cada regate, la pasión con que convierte cada uno de sus goles. Oro y laurel para las sienes del nuevo emperador del reino del fútbol.

En la sombra, en ese segundo plano que tanto adora, el artífice de todo. Guardiola, el hombre que fue capaz de coger a un grupo alicaído y deprimido para convertirlo en un engranaje de fútbol perfecto, con precisión suiza y ‘rauxa’ catalana. El maestro, el poeta, el pensador, el último profeta del fútbol moderno. Él también gobernó el mundo cuando cada balón, cada posesión del Barça tenía que pasar obligatoriamente por sus botas para cobrar sentido alguno. Hoy ha podido contemplar cómo un bloque hecho a su imagen y semejanza se ha elevado uno o dos escalones por encima del resto con un futbol muy pocas veces practicado.

El Barça vuelve a gobernar el mundo… del fútbol. Después de una temporada de un fútbol maravilloso, de ensueño, de avanzar en la liga y galopar en Europa. Se ha impuesto una filosofía, un ‘savoir faire’, una forma de entender la vida.

Hoy era un día para brindar. Más allá del resultado, se ganara o se perdiera, por lo que hemos disfrutado este año. El Dios del fútbol, si es que existe, ha demostrado que esta temporada aboga por la justicia y ha otorgado a cada cual lo que se merece.

Enhorabuena, campeones.




«Había llegado el momento de separarnos»
julio 18, 2008, 12:05 am
Filed under: Futbol es pasión

Ya está hecho. Rápido, previsible. Pero no por ello menos doloroso. El mejor jugador del mundo y probablemente de la historia ya no pertenece al Barça. Hoy, en su presentación en Milán, ha exhalado estas palabras que expiraban de entre sus labios como un suspiro que pretendía esconder un lamento que empañaba un día feliz.

 

Quizás Ronnie aún no ha asimilado que ya no volverá a enfundarse la elástica azulgrana, sentirá palpitar su corazón bajo el escudo por el que tanto ha dado y del que ha sido embajador en todo el mundo, y tras el tradicional «… y Ronnie: tú a lo tuyo. Diviértete y así ganamos seguro» con el que Rijkaard solía terminar las charlas, salir al campo a divertirse él, divertir a la gente y seguir haciendo historia.

 

Porque, guste o no, Ronaldinho es historia viva del fútbol: no se ha conformado con jugar al fútbol, sino que ha ido más allá y lo ha reinventado a cada jugada. El último en hacer eso fue Cruyff, que puso en práctica el llamado «fútbol total» con su naranja mecánica y luego lo perfeccionaría con el Dream Team culé. Este patrón del «todos atacan-todos defienden» impregnó rápidamente todo el mundo del balón y pronto se convirtió en lo que llamaron el «fútbol moderno», cuyo invento se remite siempre a «el flaco».

 

Ronnie ha ido más allá y ha fusionado el fútbol moderno, basado en un colectivo fuerte en que no tienen cabida las individualidades, con aquel modelo ya antiguo de Pelé, Di Stéfano e incluso Maradona, sustentado en un fuera de serie y diez más bajo la premisa «dádsela al que sabe». Ronaldinho ha mezclado la filigrana, el malabarismo, el adorno, la artificiosidad, la belleza, con la efectividad, la agresividad, la verticalidad y el hambre de victoria obteniendo como resultado el ESPECTÁCULO. El Barça de Ronaldinho no era un equipo de Ronnie y diez más, al contrario: era un bloque, un colectivo fuerte, lleno de grandes jugadores, que contaba con la seguridad de Valdés, la clase de Márquez, el coraje de Puyol, la solvencia de Edmilson, la elegancia de Xavi, el baluarte de Deco, la genialidad de Iniesta y el gol y la garra de Eto’o, y que además practicaba el mejor juego colectivo nunca visto sobre un césped. Un gran conjunto, sí, imparable. Pero según los amantes del llamado «fútbol moderno», incompatible con una gran estrella acaparadora y con ansia de protagonismo, como pretendían pintar a Ronaldinho.

 

Pero Ronnie es especial. Es un tipo generoso, alegre, humilde, sociable, solidario… su carácter es el del anti-crack. Sus cualidades de maestro de maestros y su actitud dentro y fuera de la pista convierten a Ronaldinho, más que en un futbolista, en una forma de entender la vida. Él le enseñó a este equipo cómo jugar. Que a pesar de sus diagonales largas a Giuly, los cambios de orientación de Márquez eran imprescindibles. Que a pesar de su gran desplazamiento de balón, la distribución de Edmilson era necesaria. Que a pesar de ser el líder indiscutible dentro y fuera del campo, Xavi debía ser el cerebro y llevar la batuta, el tempo y el peso del juego del equipo. Que a pesar de su llegada al área, los goles lejanos de Deco también eran indispensables. Que aunque el Elegido fuera él, podía potenciarse aún más si se combinaba con el talento infinito de Iniesta. Que aunque fuese de lejos el más desequlibrante, Eto’o era sin duda el más decisivo. Que su presencia no cerraba las puertas a los nuevos talentos, sino que Messi a su lado crecía a pasos agigantados. Ronaldinho enseñó a jugar a este equipo.

 

Ronaldinho, señoras y señores, dejó anticuado el «fútbol total» o «fútbol moderno» e inventó el «fútbol contemporáneo»: el «fútbol espectáculo». Y quienes le critican, quienes no saben valorar su tarea no sólo en el Barça, sino en el mundo del fútbol en general, son aquellos que todavía no han sido capaces de hacer este cambio de mentalidad, esta evolución, y se han quedado estancados en aquella idea hoy en día ya anticuada de que un bloque de grandes jugadores no es compatible con una leyenda de la historia.

 

Todo el mundo está de acuerdo que él está no uno, sino dos o tres escalones por encima del resto. Y esto lo sostienen sus más fervientes seguidores, pero también (y lo que es más triste: sin ser conscientes de ello, porque si lo fueran quizás recapacitarían antes de menospreciarlo) sus más sanguinarios detractores: Los que dicen que el Barça se ha hundido por culpa de la ausencia de Ronaldinho están diciendo, con esto, que el Barça sin Ronaldinho no es nada. Cargarle con toda la responsabilidad del declive del equipo es una manera de reconocer que es el más grande de la historia. Si no lo fuera, si fuera uno cualquiera, el Barça no se hubiese resentido por su mal momento: en una plantilla de 22, si uno no está bien quedan 21 que sí lo están, y de estos 21 hay once que pueden mantener el listón. A no ser que, precisamente, el que no está sea el jugador más maravilloso de los habidos y por haber en la historia del fútbol.

 

 

Ronaldinho ya es un hito. Tiene aún 28 años, unos juegos olímpicos por delante y un nuevo reto que le entusiasma. Hoy, cuando ha saltado al césped de San Siro entre confetti rossonero y al ritmo de Queen, sus ojos brillaban de manera especial. Quizás, nostálgicamente, recordaba su presentación en Barcelona, y los flashes de los grandes momentos que vinieron después (golaços, voleas, espaldinhas, elásticas, rabonas, sombreros… y no sigo con el repertorio porque no termina nunca y podría extenderme sobradamente todo lo que quisiera), y se sintió con fuerzas para volver a repetirlo. Quizas, hoy, por primera vez en mucho tiempo, Ronaldinho ha vuelto a sentirse futbolista. Quizás sea campeón olímpico, gane una Champions en el Bernabéu (sería un buen guiño a los culés, siempre que no la gane contra el Barça) y repita campeonato del Mundo, esta vez como capitán de una verdeamarelha que ya sería hexacampeona.

 

O quizás no. Quizás no vuelva a levantar ningún otro trofeo, ya sea a nivel individual o colectivo (aunque esto no es decisivo a la hora de hacer balance y pasar a la historia como un Dios del fútbol: por seguir con el mismo ejemplo, la Holanda de Cruyff nunca ganó un Mundial). Quizás Ronaldinho no vuelva a rayar nunca al nivel tan alto que él mismo se puso en el Barcelona. Por otro lado, eso no sería del todo ilógico: nadie en la historia ha jugado y nadie lo va a hacer como Ronaldinho lo ha hecho en el Barça. Hoy por hoy, ya es una leyenda. Sólo falta que el tiempo lo ponga en su lugar.



Carta abierta a Ronaldinho
enero 28, 2008, 11:18 pm
Filed under: Futbol es pasión

J. Tejedor

Disculparán que, por una vez, el que firma se exprese en la otra de sus lenguas maternas, el catalán. Por acorde general del grupo de redactores de este blog, pactamos escribir nuestras intervenciones en castellano para dirigirnos a un público potenical más amplio, mas hoy me gustaría publicar algo que escribí hace tiempo y guardaba en el cajón de sastre.

Es una carta abierta que en su día mandé a Catalunya Radio y a la que Marc Negre y su equipo del «Tot gira» dedicaron un par de minutos para comentar, pues, en palabras del mismo conductor del programa, se quedaron todos «bastant frapats». No sé si debo tomarme esto como un elogio o directamente fueron ellos quienes me tomaron por loco (lo comprenderán en cuanto vean el sectarismo desde el que está escrita esta carta abierta), pero no quisiera perder la oportunidad de publicarla en este blog del que soy partícipe.

Y qué mejor ocasión que la fecha de hoy, en que Ronaldinho ha recibido el alta médica y reaparecerá este jueves en casa ante el Villarreal en eliminatoria de copa o el domingo también en casa, como muy tarde. El contenido de la carta ilustra, simplemente, qué me gustaría decirle a Ronaldinho si tuviese la ocasió de debatir con él antes de su reaparición. Todos cuantos me conocen (y supongo que también cuantos me leen) saben de mi devoción por Ronaldinho, y en esta carta queda perfectamente plasmado. Así pues, sin más rodeos, les dejo con mi «Carta oberta a Ronaldinho», no sin antes avisarles que está escrita desde la admiración y el profundo respeto que me inspira su figura.

«Estimat Ronnie,

No deixis que t’enfonsin. No podran amb tu. Ni la mort del teu pare, ni els crits de «mercenari» durant el teu últim Grenal, ni els mesos d’atur forçós abans de venir a Europa, ni la targeta vermella contra Anglaterra als quarts de final del Mundial 2002, ni l’ostracisme a què et va condemnar  Luis Fernandez l’última temporada al PSG van poder esborrar el teu somriure. Tampoc deixis que ho aconsegueixin quatre desgraciats desagraïts que no saben apreciar tot el que has fet pel futbol en general i pel Barça en particular.

Recorda que vas arribar a ser el número u indiscutible gràcies a la humiltat, la lluita, l’esforç, les ganes i el sacrifici. Recupera’ls. Recupera també la teva millor forma física perquè les teves cames puguin respondre les ordres del teu cervell. Recupera aquella imaginació, aquella màgia capaç d’hipnotitzar, encandilar i meravellar milions de persones amb un sol gest. Recupera’t a tu mateix. Però, sobretot, recupera el teu somriure.

El somriure que t’ha caracteritzat sempre i mai no has perdut. El somriure de la il·lusió de l’infant que encara ets, una il·lusió que has encomanat a tothom que mai t’hagi sentit a prop. Una il·lusió que va fer recuperar el somriure a una afició deprimida i un equip submí­s a la misèria futbolí­stica. El somriure que vas començar a perdre l’any passat, quan la relació amb la teva estimada pilota es va començar a torçar, potser perquè tu no vas estar a l’alçada de les expectatives que se t’havien imposat.

Però demostra-li que no tot està  perdut. Torna-la a acariciar amb tendresa, fes-la pujar fins a mantenir-la acomodada a la teva espatlla, prop de l’oïda i a tocar dels llavis. Llavors xiuxiueja-li com te l’estimes encara. Digues-li que no l’has oblidada, que no has pogut deixar de pensar en ella en tot aquest temps i que et desvius per recuperar el vostre idil·li. Torna-la a tractar bé, estigues per ella, i sentiràs com t’ofereix una altra oportunitat. Tots dos sabeu que vau ser molt feliços, però també sou conscients que la vostra història no pot acabar aquí­. El millor del vostre conte de fades encara està  per arribar, i quan decidiu tornar-ho a intentar aquí hi serem tots com a testimonis de luxe.

Fins i tot els que ara et dirigeixen els menyspreus més rotunds et tornaran a aplaudir, venerar i posar espelmes a la teva imatge el dia que juguem partits importants. Perquè en tornarem a jugar. Derbis contra el Madrid, partits decisius de lliga, finals europees, supercopes, mundialets… tornarem a lluitar com antany ho vam fer, i només si sabem tornar a patir, podrem tornar a vèncer. Però jo confio en tu, sé que treuras el geni que portes dins i tornaràs a dalt de tot, que és el teu lloc. Perquè, diguin el que diguin, siguis on siguis, vagis on vagis i facis el que facis, per a mi sempre vas ser, eres, ets, segueixes sent, seràs i seguiràs sent sempre el millor, el més gran.

Atentament,

 J. Tejedor

PD:

Alça’t, alçat: obre les gàbies dels teus anys,

Alça’t i comença a volar!!

Alça’t, alça’t: és l’hora de seguir endavant:

ALÇA’T I TORNEM A VOLAR!!!

(Obrint Pas, Alça’t [Fragment])



Crimen y Castigo
septiembre 30, 2007, 8:57 pm
Filed under: Opinión, Popball

Alvy Singer 

Resulta curioso como han sido los diarios madrileños los que han hecho la defensa más discreta y eficaz de Ronaldinho: fingia su lesión y se ocultaba tras el escándalo mediático. Pues sí, esto podría tener más coherencia que dar credibilidad a la lesión y continuar con su reportaje acerca de los Vicios de la Estrella. Ante la polémica lo mejor para el equipo ha sido ocultar la incomodidad: le han dado al jugador, esperemos, un relax casi obligatorio y al equipo espíritu ganador. Esto no tiene nada que ver con el Messinho (concebido para el aplauso y el sí, sí de los detractores) ni nada por el estilo.

*

Rijkaard eliminó las multas con su llegada como entrenador. Y el Barcelona, redacta en estos momentos su código disciplinario. A toda prisa, en Madrid, Pedja Mijatovic quiso anticiparse a cualquier otro escándalo con el oportunismo del listillo. Y el Barcelona carece de código y de multas. Para mí está claro el culpable. ¿ O es que el Funcionamiento del MilanLab se basa en el diálogo y la profesionalidad? Ah, ingenuidad.

**

Otro crimen: el de la victoria del Real Madrid frente al Getafe. Atrincherados esos noventa-y-tantos minutos, de momento la prensa no dice nada de la Era Cappello. Es el name dropping prohibido. Tres ocasiones del Real Madrid y titulares entre sinceros y bíblicos: Victoria de Milagro, reza el Marca. Yo diría Victoria de Casillas.
 

***

El último castigo: la derrota del Sevilla ante dos goles, golazos como dice el aficionado, de un Zaragoza mermado y buscando aliento tras la semana pasada. Una mala racha, dice Juande Ramos, ejerciendo siempre de conciliador. Tal vez la desgana de Alves o el pasotismo de Kanouté, evidencien a un equipo de buen juego pero dónde sólo salen como gladiadores Diego Capel o Jesús Navas.



CUANDO SE PIERDE LA SONRISA
septiembre 27, 2007, 11:52 pm
Filed under: Futbol es pasión

J. Tejedor 

     

Hace ya unos diez años que vi jugar al fútbol a aquel niño. Era un chico delgaducho, moreno, con el pelo rapado y unos dientes grandes y feos. Pero él, lejos de acomplejarse, nunca los escondía. Mostraba orgulloso en todo momento la gran dentadura que ostentaba con la sonrisa más amplia y sobre todo más sincera que he visto nunca. Esa sonrisa histérica e incontenible, junto con dos ojitos negros juguetones, revelaban que se trataba de un niño revoltoso, travieso y descarado. Un niño que era capaz de sentar a Dunga, el capitán de la Tetracampeona del mundo, con la “finta del loco” (su famoso dríbling de rabona) y quedarse tan ancho. Se le veía feliz cometiendo injurias simpáticas como aquella. Los gritos de “mercenario, mercenario” que le brindó el público del club de su corazón el día de su despedida no eran suficientes como para difuminar el arco de sus labios. 

Pronto me di cuenta de que aquél churumbel del fútbol brasileño no era  en realidad tan niño como me había parecido a primera vista. La temprana muerte de su padre, cuando él aún se dedicaba a regatear a su perro en el patio de la favela donde nació, le había hecho madurar. Pero una tragedia como tal no logró arrebatarle su sonrisa. Él seguía exhibiendo orgulloso sus abultadas encías y sus desordenados dientes por los campos de su país. Cuando el candor de su sonrisa deslumbró más allá del “charco”, desavenencias por el precio de sus derechos de formación le mantuvieron apartado de los terrenos de juego durante seis meses. Un periodo de tiempo que no le supuso la pérdida de las ganas, el hambre, la garra, la chispa, el regate, la visión… ¡la fantasía! con la que después encandilaría al resto del continente. Y lo que es más importante, este duro trago tampoco logró marchitar su estrambótica sonrisa. 

El niño siguió creciendo y asombrando a todo cuanto osaba observarle bajo lupa para poner en duda sus cualidades. No obstante, nunca perdió aquella chispa de travesura y descaro que le llevaron a batir a todo un David Seaman en los cuartos de final de una Copa del Mundo desde casi el centro del campo. Ni siquiera el hecho de ser expulsado pocos minutos después le hizo perder la alegría que desprendía su expresión facial, puesto que era consciente de que sí estaría para disputar la gran final que le coronaría a escala mundial. Tampoco le hicieron perder la sonrisa las diferencias con su entrenador la siguiente temporada: era consciente que, después de aquél año de trámite, daría el salto a un club grande y eso le daba fuerzas para seguir mostrando al mundo los frutos de sus encías. 

Pronto llegó al Barça y la sonrisa del mago se consolidó como perenne: la alegría que desprendía su brillantez impregnó a una afición y un equipo desilusionados y de capa caída. El primer año en el Camp Nou se destapó como el mejor jugador del planeta y uno de los mejores de la historia. El segundo llegaron el buen juego y el primer título. En su tercera temporada llegó al cenit, la cumbre, el clímax de su carrera deportiva: estaba no uno, sino tres o cuatro escalones por encima del resto. A título individual era sin discusión el número uno del mundo y quizás de la historia. Y a nivel colectivo, su equipo era el que mejor fútbol había sido capaz de desplegar por lo menos en los últimos quince años.  

El sueño de todo aspirante a futbolista estaba cumplido. No podía pedir más. Estaba escribiendo la historia del balompié en letras de oro tanto individualmente como a título de equipo. “Ronaldinho” era un nombre que convertía en irrisorios adjetivos como “fantástico”, “mágico”, “apoteósico”, “genial” y muchos más sinónimos que quedaban en nada. Como decorado de lujo, el nombre del F.C. Barcelona. El Barça de Ronaldinho estaba ya a la altura del Barça de las 5 copas, del Dream Team, del Barça de Cruyff, Neeskens, Asensi, Reixach y compañía y, por supuesto, muy por encima del Barça de Maradona o el de Ronaldo. Sin duda se trataba de un gran colectivo con grandes individualidades como la seguridad de Valdés, el liderazgo de Puyol, la entrega de Deco, la imaginación de Iniesta, la clase de Xavi, la fantasía de Messi o la garra de Eto’o. Pero, por encima de todo, este era El Barça de Ronaldinho. 

El niño seguía siendo un niño que sonreía con total sinceridad cada vez que algo le ilusionaba o le gratificaba. Pero eran tantos factores de felicidad suprema que se sobreponían que ni la inmensa sonrisa del infante podía abarcarlas. Fue forzando y forzando las comisuras de su boca hasta que estas se empezaron a rasgar, y cuando no pudo aguantar más verlas sangrar de su esfuerzo decidió aflojar un poco su exuberante expresión de la felicidad. Y la sonrisa se fue difuminando. Y se transformó en una boquita de piñón que transmitía seriedad, incluso indiferencia. Era un “vale, con 26 años y en tres temporadas ya he conseguido todo lo que tenía que hacer para pasar a la historia como el más grande… y ahora, ¿qué?”. 

La falta de ilusión e incentivo convirtió la cuarta temporada de Ronaldinho en el Barça en un peregrinaje pesadumbroso, cansado, indiferente y decepcionante. Quizás sea verdad que las salidas nocturnas pasaran de ser una evasión y una recompensa después del esfuerzo de un triunfo a convertirse en un elemento más de una rutina que ya no le llenaba y no le impulsaba a seguir hacia delante. Ese vacío interior, ese sentir que, una vez alcanzado el nirvana futbolístico, ya no había motivo por el que seguir esforzándose a ser el mejor (para qué, si ya lo era?), fue lo que perdió a Ronaldinho. Eso encendió al sector más conservador del Camp Nou una minoría pesimista y cascarrabias que está esperando siempre al mínimo desliz de cualquier futbolista para saltarle al cuello. Y como más bueno sea el futbolista, más pequeño puede ser el error para que haya que crucificarlo con una lanza entre las costillas. 

Una minoría que, sin embargo, perdonó la charlatanería de Eto’o y sus salidas de tono, la mala gestión del vestuario por parte de cuerpo técnico y directiva, la apatía de Zambrotta, la baja forma de Oleguer… todo olvidado, excepto a Ronaldinho. Igual que a su mejor amigo, Motta, al que silbaron incluso el día de su despedida, en uno de los mejores partidos que se le recuerdan con el Barça (gol incluído). Se ha perseguido a Ronaldinho pistola en mano, lupa entre líneas, coma por coma, punto por punto. Y se le ha criticado hasta por beber agua después de los entrenamientos. Me remito al primer párrafo para recordar que ni siquiera los pitidos de la afición que lleva en el corazón consiguieron borrar la sonrisa. Sí lo han hecho los del Camp Nou. Han conseguido torcer la curva 180º hasta transformarla en el más sincero llanto de un niño cuando su padre, al que admira y venera hasta la saciedad, le regaña sin miramientos por una causa injusta. 

Un padre que Ronaldinho nunca tuvo y que creyó haber encontrado en la grada del Camp Nou, a la que ama con delirio. Pero ahora ha encontrado que no ha sido así: el desagradecido y amnésico público del Camp Nou le traicionó dándole la espalda y propinándole abucheos que ni al mismo Figo el famoso día de la cabeza de cerdo. Se ha tratado al mejor jugador del mundo (y por qué no de la historia) de una forma injusta e inmerecida. Y si realmente no es tan grande, no habérselo hecho creer cuando estábamos a tiempo. Pero lo es. Vaya si lo es. Por eso ahora no debemos negárselo. 

Ahora hay que estar con él y apoyarle. Se siente solo, traicionado y, por primera vez en su vida, quizás asustado. Debemos entre todos poner un par de dedos en ese mentón y hacerle levantar la cabeza. Que se dé cuenta de cuánto lo queremos. Si no fuera así, no hubiésemos mostrado decenas de pancartas el día en que él no estaba, ni hubiésemos coreado su nombre el día en que no participó de la fiesta colectiva familiar. 

El aficionado del Barça es un gourmet balompédico y por eso ama a Ronaldinho, por ser el mejor chef de la actualidad en estos páramos. Y Ronnie es joven, tiene bastante fútbol por delante. Una vez auguró que jugaría diez temporadas en el Barça, y así esperemos que sea. Sólo debemos arroparle para que se sienta confortado, seguro, y vuelva a arrullar a su más preciado tesoro, el balón. Sólo él sabe mimarlo como se merece: con ternura, con amor… un idilio perfecto que esperamos poder tutelar muchos años más aquí en Can Barça. Porque Ronaldo d’Assís, que así se llama el niño, era, sigue siendo y será siempre el mejor.



Ronaldinho no es recuperable… porqué aún no está acabado
septiembre 26, 2007, 6:33 pm
Filed under: A ojo de buen cubero, Barça, Opinión

dinho-malmomento.jpg 

Por Alejandro Cubero

Déjenme romper una lanza en favor de Ronaldinho. Parece fácil, pero creánme, vivimos tiempos de guerra. De espada y pared, de palabrería y rumor, de ataque sin argumento. Actuamos sin pensar, olvidando las razones para dar rienda suelta a las pasiones. Nos erigimos en moralistas cuando antes aplaudíamos sin cesar y obviábamos lo negativo, vendando nuestros ojos a una realidad que siempre ha estado ahí.

 En Barcelona tenemos un gran problema. Siempre hemos tenido a los mejores. Bueno, casi siempre. Pero estamos acostumbrados al caviar, malcriados por nuestro exigente gusto por el buen fútbol. Y por eso, como llorones niños pequeños, tiramos nuestro juguete al suelo cuando nos cansamos de ellos, esperando que nuestra protectora madre nos regale un divertimento mucho mejor. Somos una afición que pierde la paciencia con facilidad, que murmura y susurra miedosa al más mínimo error de sus ídolos, pero lo que es peor, que olvida rápidamente.

 Y esto ha ocurrido con el crack brasileño. Él fue el artista que hace cuatro años aceptó venir a un Barcelona desinflado, bochornoso, débil y sin presencia en Europa. Éramos un equipo de segundo nivel que realizaba fichajes de tercera categoría. Alfonso, Gerard, Petit, Overmars, Dutruel y De la Peña eran el choped vendido a precio de jamón ibérico. Y él, perseguido por un Madrid entonces poderoso y el siempre prestigioso Manchester United, aceptó la propuesta menos esperada.

No sé si recordais lo siguiente, pero yo sí. Goles, espectáculo, sonrisas y jugadas que hacía tiempo que no se daban en la verde moqueta del Camp Nou. No olvidaré como la gente se levantaba de sus asientos para animar al joven jugador en cada saque de esquina, y como su nombre era coreado y aplaudido hasta en el mismísimo Bernabeu. ¿Podeis olvidar aquello? Yo no.

Ronnie no está bien; Cierto. Está atravesando una racha de desconfianza y mal estado de forma; También. Sonríe menos, y eso siempre es negativo en cualquier persona. Porqué Ronaldinho, por muy rico y famoso que sea, por muchas natillas que coma y por más diamantes que sus lóbulos aguanten, es una persona. Un joven veinteañero, con los miedos, retos, desencantos y desconfianzas que eso comporta.

 Pero es más fácil lanzarlo al aire cual muñeco de trapo y acogernos a Messi, Iniesta, Bojan, Dos Santos, o cualquier nombre exótico que aparezca en bandeja. Podemos ilusionarnos al extremo con Abidal o Touré, y animar a Milito. Podemos dar a Henry, Robben o Eto’o el crédito que no damos al brasileño por hacer lo mismo sobre el terreno de juego. Incluso podemos abuchearle y llamarle juerguista, sin saber si esos rumores que corren son ciertos o no. Criticamos al corazón rosa, pero nos comportamos como Carmeles de pocamonta. E incluso podemos acabar realizando un linchamiento conjunto, como ha ocurrido con otros tantos jugadores, y enviar sus restos aún vivos al Chelsea o Milán. Pero él apostó por nosotros cuando los débiles, corruptos, caóticos y desmelenados éramos nosotros mismos. Confiemos ahora en Ronaldinho antes de que sea demasiado tarde… para nosotros.



Ronaldinho de Assis, escritor: Un artículo para la Wikipedia
septiembre 25, 2007, 10:48 pm
Filed under: Opinión, Popball

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Alvy Singer.

 

“La potencia intelectual de un hombre se mide por la capacidad de humor que es capaz de utilizar”

FRIEDRICH NIETZSCHE

 

Ronaldinho de Assis (1980) es un escritor, dramaturgo, poeta, ensayista y creador de eslogans microgestuales. Nació en Brasil y pronto se unió al movimiento de la Poesía JogoBonitista, junto a otros jóvenes como Adriano (que no fue famoso hasta su autobiografía trágica en dos partes: «Beber no siempre es meter» y «Alchohol mi despedida eres tú, Gol»), tutelados por el célebre Ronaldo Lima (en su etapa poética antes de “Engordado, Lento y Ahumado: 9 sonetos sobre donuts”). Pronto adquirio su independencia yendo a vivir a París y fundando la corriente PostJogbonitista, que proponía una relectura escéptica y barthesiana a los movimientos de Ronaldo, ya inmerso en el revival del romanticismo tras su obra “El Mundial: Ocho paises en los que comer fenomenal”. Ronaldinho de Assis trasladó su movimiento PostJogobonitista pronto a Barcelona dónde tuvo una obra singular e incomprendida. Pronto encontró un discipulo como Kaká, mucho más conservador y cristiano, autor del libro de poesía “A dios rezando y a la portería chutando”, considerado por los críticos como de rima “relativamente fácil, pero de espiritu sólido” o el mucho peor Robinho, célebre por “Los Bicivoladores no siempre serán Vencedores”, comparada con autores del calibre de Jack Kerouac o William S. Burroughs.

 

Polémicas y divisiones.

 

Algunos rumores le ven fundando un nuevo movimiento y yéndose a vivir a Londres, pero lo cierto es que la obra de Ronaldinho en Barcelona está pasando por un momento de gran creatividad. El crítico y experto culinario Jorge Valdano ha dicho muchas veces que “Ronaldinho es en realidad un estudio sobre la semiótica, planteado como una forma de mímesis delibarada a la obra de Godard siempre en círculos concéntricos. En realidad no es que no haga nada, es que está llevando la nada a un terreno mayor que la nada, al de la Nadería Absoluta, lo que le acerca a los postulados más intensos de Heidegger”. Esta postura ha sido ampliamente rebatida por Johan Cruyff que ha asegurado que “En realidad Ronaldinho trata de parecerse a Truffaut de una forma literaria lo que es de una forma literal, y esto impide que su trabajo jogobonitista brille en su etapa postjogobonitista: lo que nos hace falta es una estructura seria tal y como las que usaba Virginia Woolf o Susan Sontag para darle un calibre moral a la intelectualidad latente en estre escritor”. El premio Nobel Holandés Cruyff siempre se ha visto rebatido por el bestseller italiano Fabio Capello que ha dicho que “no cabe duda que el PostJogobonitismo forma parte de una defensa clara y aguerrida del adn brasileño, lo que resulta una postura reaccionariamente romántica. Ronaldinho es el cronista de un corazón roto que todavía puede pegarse con un superglue llamado metafísica y autoconocimiento basado en métodos que mezclan la dialéctica y la epistemología de estar por casa, logrando resultados ampliamente sobrenaturales”.

 

Harold Bloom incluyó en su canon de Obras que no perderse, El gimnasio me da potasió de la que dijo que era: “una novela sincera y emocionante, con una línea de picaresca deudora de Mark Twain. Su protagonista debería llamarse Tom Sawyerinho”. 

 

Bibliografia

 

Etapa JogoBonitista:

 

Marcar y Driblar: Un ensayo sobre el infinitivo como una forma de amar (2002)

 

Etapa PostJogobonitista

Movemos las dos manos y quizá parezca que surfeamos: Una autobiografia de sombras y ejes Dickensianos (2004)

Sea usted bienpensante y use desodorante (2005)

Mil y una maravillas, y desde hace poco comiendo natillas: Acerca de Danone y otros asuntos metafísicos (2005)

Sin mis asistencias, ya verás que lo de Camerún no son penitencias: Una novela para Samuel Eto’o (2006)

El gimnasio me da potasio (2007)

Fingir lesiones es una forma de hacer millones (finales de 2007, editado por SPORT EDITORES)

Sin Joao, tan bien no he chutao: Poesías completas (2007)



Relato de un romance de verano
septiembre 24, 2007, 4:22 pm
Filed under: Futbol es pasión

por J. Tejedor

El nuevo Camp Nou ha sido presentado con motivo del 50 aniversario

Todos sabemos que el verano es una época agitada para el amor y las relaciones. Hay dos mitos latentes en ese aspecto. Como suele ocurrir, son dos argumentos antagónicos. Existe un ying, pero también un yang para las relaciones amorosas en verano. Siguiendo la lógica de los chistes malos, me tomaré la libertad de empezar por la mala versión.  

Cuentan las malas lenguas que el verano es una pésima época para las parejas: relaciones sólidas, consolidadas, fuertes y con un futuro latentemente feliz y seguro se rompen en ésta época. Hay descarados que afirman que es el exceso de tiempo de convivencia, que se ve sensiblemente aumentado, el que provoca desavenencias que desembocan en rupturas. Los más osados incluso afirman que normalmente hay terceras personas implicadas: el calor veraniego implica cuerpos más desnudos, y la piel al descubierto conlleva una mayor secreción de feromonas que se deslizan y son transportadas con mayor facilidad por el denso pero fluctuoso aire caliente.  

Y esta versión nos trae al lado opuesto del asunto. Corre otro mito que afirma que en verano fructifican con mayor asiduidad las relaciones. Suele tratarse de romances efímeros, normalmente con personas desconocidas y en numerosas ocasiones llegadas a nuestras costas catalanas con el fin de pasar un espléndido verano practicando el turismo de las tres “S”. La mayoría de estas relaciones terminan cuando el movimiento de translación de la tierra la ubica de nuevo lejos del calor del sol, vuelven las lluvias, el calor se desvanece y los veraneantes vuelven a sus países de origen. 

Si me permiten, hoy me gustaría hablarles de una de estas últimas relaciones. Calificado de libertino por algunas de mis amistades más próximas y sin complejos a la hora de romper los ridículos tabúes establecidos alrededor de la sexualidad, no se escandalicen si me excedo con los detalles en algún momento puntual en mi relato. Pueden pensar que es puro paganismo, pero les aseguro que simplemente pretendo explicar los acontecimientos tal y como los percibo desde mi humilde posición. 

La señora Arena tomó el avión rumbo a Barcelona dispuesta a pasar unos días de desconexión en la ciudad Condal. Durante su estancia, tenía planeado asistir a la fiesta que el ginecólogo Norman Foster había organizado en su estudio privado. Foster la recibió con una amplia sonrisa y enseguida le presentó al señor Agbar. “Allianz, éste es Torre”, la introdujo. La señora Allianz Arena en seguida se sintió atraída por la mirada penetrante de don Torre Agbar. Éste, asimismo, se sintió cautivado por la sonrisa de perlas blancas de Allianz. Entre risas estúpidas, conversaciones simples y copas de ponche y canapés, se fueron conociendo y su compenetración fue más allá de un primer flechazo.  

Se hizo muy tarde y el doctor Foster dio la fiesta por finalizada. Entonces don Agbar, como buen anfitrión de la ciudad, se ofreció a acompañar a la señora Arena a un hotel. Ella, en agradecimiento, le invitó a subir a su habitación a tomar la última copa. Torre accedió, y pasó lo inevitable. Allianz se rindió a los encantos de él, se fueron abrazando, besando por toda y cada una de las bigas de su estructura, hasta que el techo retráctil de Allianz se abrió y la cúpula dio paso a la cópula con la fálica estructura de Torre Agbar. Fue un romance de una noche de verano, donde el alcohol y las risas tuvieron mucho que ver, pero se encontraron con un embarazo inesperado. La señora Allianz tuvo que regresar a Alemania y el señor Agbar no podía hacerse cargo de ese embrión. 

Entonces el doctor Foster, sintiéndose responsable del asunto, llamó a su amigo F.C. Barcelona. Barça, como se le conoce familiarmente, había visto acrecentada de forma repentina su familia y buscaba una nueva casa, pues el viejo Camp Nou no bastaba para acoger a toda la familia. Tras unos meses de dubitación, finalmente se decidió a adoptar el proyecto que Foster le ofrecía. El mismo doctor se encargó de mandar las primeras ecografías al club que, entusiasmado, no tardó en presentar su proyecto en sociedad. 

En este proyecto inicial hemos podido observar básicamente que, estructuralmente, el niño saldrá a la madre. Es inevitable pensar en el Allianz Arena tras echar un primer vistazo a la maqueta. Pero con el añadido que ha heredado los colores de su padre, además del rasgo propio de contar también con el amarillo para completar el cromatismo de la senyera. Dicen los más críticos que hay demasiado blanco en el diseño de este estadio. Pero cabe no olvidar que el blanco es el color de la pureza, el color de los ángeles, el color que más hace brillar la luz y el color de la piel de Messi y, sobre todo, de Iniesta, los dos brujos que más iluminan actualmente el Templo de Magos del Barça y dos de los que más prometen brillar en los inicios de este nuevo coliseo blaugrana.  

Sinceramente, a mí el nuevo proyecto me gusta. Será impresionante contemplar a pie de estado los enormes tallos de vidrio con los colores de mi corazón. La gran iluminación mostrará al mundo entero que somos un club que brilla con luz propia y que desplegamos un juego que deslumbra a cualquiera. La grada cubierta alentará al público a acudir al estadio aunque llueva, y el techo retráctil transparente (otro elemento heredado de su germana madre) evitará nuevos choques en patatales, encuentros suspendidos por miedo a jugar al waterpolo y facilitará la conservación del césped ante el frío glacial del mes de enero y el calor sahariano del mes de agosto. 

También empiezan ya las quinielas sobre cómo debe llamarse el venidero. Muchos apuestan por ponerle el nombre de su antepasado más pretérito, Hans Gamper. Otras voces se han levantado en pro de llamarlo como a su abuelo de adopción, Nicolau Casaus. Sea como fuere, este estadio ha de culminar el rol del Barça en el mundo, más allá del fútbol: como entidad solidaria, como ejemplo de valores, como sentimiento de identidad… que podamos sentirnos orgullosos de poder afirmar con certeza que (a propósito de luces) Barça est lux mundi.



La poesía y los hechos
septiembre 22, 2007, 3:05 am
Filed under: Opinión, Popball

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La foto seleccionada por Sport:

Ronaldinho mira en la playa, en un sentido Crusoeiano, un navió perdido que lleva «Estrellato» en su proa.

Alvy Singer.
Quienes me conocen saben que soy muy amante del humor, indomable y feroz, y de la crítica, siempre tan disidente y verdadera, siempre cargada de razón. Algún día, cuando me siento a leer un diario deportivo me pregunto en dónde estará el periodismo. Pero les habla de cualquier diario deportivo. Todos ellos cambian su grado de sofisticación: pero en general el panfletarismo es lo que domina en este mundo. Si uno quiere ver criticas al Madrid debe irse a El País. La prensa deportiva es prensa empresarial, propagandística, y no hay hecho más irrefutable que éste: lean cada día cualquiera de sus diarios.

 

El escándalo Ronaldinho. El tratamiento en prensa es vergonzoso. Más que nada por cuestiones éticas: el periodismo se basa en hechos, en información. Sport ofrece hoy varias perlas en este artículo y, be careful, no estoy rompiendo una lanza en favor de Ronaldinho. Pero sí, en favor del periodismo que es el que investiga la verdad. O eso me parece. Y los diarios deportivos siguen teniendo su sección de Opinión, distinguida.

 

 

 

 

«LA SITUACIÓN DE RONALDINHO SE HACE CADA MÁS INSOSTENIBLE

Crisis abierta»

Busquen la información. Hay una crisis, sí. Efectivamente está en marcha, está abierta. Y es insostenible. La tendencia a la poética de la ficción de carácter folletinesco es encomiable: el antetitular parece un recuadro propio de en “el episodio hoy presentamos a nuestro héroe en peligro”. Es la misma retórica popular. Ah, información, eso es para miserables y exigentes. Y abajo del titular, antes de entrar al artículo en sí pueden leer «El Camp Nou celebra sus 50 años». Ya lo cantaba Lesley Gore: It’s my party and I cry if I want to.

 

El artículo sigue:

«El periódico ‘La Vanguardia’ destapó el viernes la caja de los truenos en un artículo en el que explicaba lo que era un secreto a voces»

Atención a ese La caja de los truenos: De la poética hemos pasado a la mitología. Destaparon la caja de los truenos, destaparon la verdad, un secreto a voces. El registro popular se ciñe estrictamente a un lenguaje propio de un poema eminentemente poppy. Podría ser una canción de los Planetas: Abrimos la caja de los truenos / era un secreto voces / nuestro Ronaldinho trabaja menos / al aficionado le salen heces. Las canciones pop llevan siempre una música atrás.

 

«[…]la mala vida que lleva Ronaldinho, muy alejada de lo que debería ser un profesional del fútbol. Las fiestas nocturnas han pasado de ser una válvula de escape tras la tensión de los partidos a convertirse en una norma casi diaria.»

 

Ah, la mala vida. It’s the night life. Del pop hemos pasado a la literatura postmoderna: las fiestas son para aliviar tensiones pero es una adicción, una norma. La prensa deportiva y la ficción, again: no están describiendo los actos de una persona (Ronaldinho incumple el código disciplinario saliendo: estos son los hechos) sino que están creando a un personaje, con su propia psicología además (completamente especulatoria: lo peligroso es que se trata de una persona de verdad, pero la columna, ah, convierte en síntesis lo que es una simple y vulgar tesis).

 

 

«Cuando al final de la pasada temporada Laporta acusaba a varios componentes de la plantilla de falta de actitud y compromiso se refería, precisamente, a actuaciones como las del brasileño.»

Ah, las referencias. Lo que dijo el presidente y a lo que se refería. Las lecturas ocultas. Volvemos a entrar en el interesante y apasionante mundo de la opinión. La information para los maricas, nenes.

 

 

«No ha escogido las mejores compañías y va camino de convertirse en carne de ‘salsa rosa’. Ni siquiera los consejos de su entorno más próximo, tanto familiar como del mismo club, han podido redimirle. Y ahora se encuentra en la encrucijada que antes anunciábamos: o da un giro radical a su comportamiento o acabará en la grada.»

Sí es que con el cinismo del escribiente lo admiten: carne de “salsa rosa”. Para qué hablar de los hechos, bastante claros en este caso. De hecho es la historia de una estrella caída: su família no le pudo redimir. Y Ronaldinho debe decidir. Es el argumento de Ray, con un toque de pecado bíblico adaptado al fútbol: No harás vida nocturna. Acabarás en la grande. Dios bendiga el imperativo.

 

 

«Todos sabían que se corría el peligro de que la situación de Ronaldinho derivara en una crisis pública como en la que ahora se encuentra, pero se apostó por seguir creyendo en su capacidad futbolística y en su propósito de enmienda. Pero todo ha sido en vano.

En estos momentos, el principal objetivo de la directiva sigue siendo recuperar al Ronaldinho futbolista, pero todos entienden que va a ser muy difícil cambiar la dinámica. El club se ha puesto en manos de Rijkaard para que gestione la crisis bajo sus parámetros deportivos, aunque se hará un seguimiento muy exhaustivo de los acontecimientos. En general, existe el convencimiento de que la situación del brasileño es irreversible, [….]»

De este párrafo final me fascina el uso de Todos sabían, tan numeroso, tumultoso y escandaloso, ese pareado maravilloso que nos da una sensación de conocimiento ausente. Pero todo ha sido en vano. Insisto: estamos en la poética de Raphael o de Nino Bravo. En general (otra vez el Todos) e irreversible. Lo irreversible es algo que no es en general, es exacto. La generalización no habla de términos exactos…

 

 

«ya está empezando a cuestionarse seriamente, tanto dentro como fuera del club.»

Dentro y fuera. Los de fuera leen. Los de dentro saben que también cuestionan.  El problema del diario no es su denuncia, es lo tosco y opinativo de su texto, es el bello oxímoron de leer al lado opinión y arriba del artículo citado noticia. No sé cuando dispuso el diario de esta información pero no la hizo pública hace unas meses cuando entrevistó al jugador brasileño, en versión íntima y pleitesística. Se pide a los jugadores que sean consecuentes.: nosotros pedimos una prensa deportiva que lo sea también. Y aquí tenemos un caso de denuncia que puede parecer justa pero que dista de opinar, totalmente, para llevar a cabo su propósito: su propaganda negativa. Su opinión, en definitiva. El aficionado puede sentir cierto placer al verse satisfecho con su crítica: pero no es cierto, es la satisfacción del aficionado. Hablamos de satisfacciones. De mantener un target contento. De nuevo, la información, the facts, no tienen nada que ver en esto. Nunca lo tuvo.



Sólo le faltó Deco
septiembre 21, 2007, 4:21 pm
Filed under: A ojo de buen cubero, Entrenadores, Jugadores, Ligas Internacionales, Opinión, Premiere

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Por Alejandro Cubero

El impacto mediático que ha causado el cese/renúncia de Mourinho del banquillo del Chelsea ha provocado división de opiniones. Han brotado los análisis sobre su trayectoria en el mando del conjunto londinense y las posibles razones de su trágico (pero bien compensado) final.

 El mayor rompecabezas de Mou es que él siempre quiso algo que no pudo conseguir. La Champions ganada con el Porto se debió al tándem formado entre la habilidad estratégica de Mourinho y la mentalidad ganadora de Deco, que contagió al resto de sus compañeros. Él era el gran capitán, la espada de Mou, brazo ejecutor de su mentalidad tácticamente perfecta, lugarteniente de un equipo que con pocos recursos llegó a lo más alto. El jugador brasileño nacionalizado portugués no pudo hacer más para ganar el Balón de Oro, pero las altas esferas del fútbol mundial prefieren la estética al trabajo y sacrificio. Y Deco, entonces ya jugador del Barcelona, pasó de ser la referencia a uno más en un conjunto plagado de grandes jugadores. Pero no para Mou.

Él soñaba con su gran capitán, pero en lugar de eso tuvo que conformarse con Ballack o Shevchenko. Grandes jugadores, pero sin la mentalidad del portugués. Y ese creo que ha sido su estigma. Ha conseguido hacer del Chelsea uno de los mejores equipos del mundo, sino el más temido. Ha logrado hacer converger la práctica de un fútbol ofensivo y la rocosidad defensiva en todas sus líneas. Ha instaurado en el Chelsea, un club segundón en la Premier, una mentalidad ganadora y campeona. Y sus duelos contra el Barcelona han renovado la necesidad de todo equipo de tener un enemigo histórico, de forjar leyendas de tambores de guerra. De él dicen que no ha sabido aprovechar todo el potencial del presupuesto ilimitado de ese Piterman refinado que posee el Chelsea. Yo creo que al contrario. Lo fácil hubiera sido fichar grandes nombres, pero él ha ido más allá, con jugadores que él ha hecho grandes. Mikel, Essien, Joe Cole, Terry, Cech, Drogba y Gudjohnsen, entre otros, siempre deberán agradecer la oportunidad que les dieron de pasar a la historia. Buenos jugadores que encontraron la oportunidad de hacerse grandes.

Pero faltó la brújula. El barco tenía todo para ser invencible, pero sin Norte se siente desorientado, frágil, perdido. Es muy fácil arrollar en las costas inglesas de la Premier, pero una vez te acercas a las aguas continentales, las caravelas españolas, los buques italianos y el resto de la pesada flota europea pueden hundirte de un cañonazo (llámese Ronaldinho). Y para su pesar, Deco dirigía otro timón. Mourinho siempre soñó con Deco para su Chelsea multiétnico y poco inglés. Pero el problema es que el sueño del propietario/caudillo ruso se llamaba Andrei, y éste nunca se adaptó (ni creo que lo haga) al equipo inglés y a su fútbol en general.

«The Special», como es conocido Mourinho en Stamford Bridge, siempre será recordado por devolver, o mejor dicho, colocar, al Chelsea entre los grandes. Por un momento sintieron la eufórica ommipotencia de la victoria, pero siempre le faltó algo. Y no es la Liga de Campeones, sino la llave para conseguirla. La brújula. Sólo le faltó Deco.